sábado, 25 de junio de 2016

Insufrible amor [IwaOi]



Volvió por quién lloraban 7u7 Okno ._. este pequeño shotcito se me ocurrió hace tiempo, va inspirado en una canción (aquí el Link)

Ds: Los personajes de HQ!! no me pertenecen, todos los derechos reservados para Furudate-sensei. El escrito es totalmente mío y se encuentra publicado en otros sitios :3

Nota: Este tipo de escritos carecen de una trama concreta. Son solo situaciones sueltas.




—Iwa-chan, solo será un cena con mis amigos de la universidad —Oikawa Tooru se paró enfrente del televisor, con las manos en la cintura, el ceño fruncido y esa mirada firme de no acepto un ‘no’ por respuesta.

—No quiero ir a sentarme por más de una hora a escuchar anécdotas de tus amigotes de las que no me interesa ni la primera vocal —contestó Hajime intentando ver de nuevo aquel partido, llevaban desde la mañana con esa discusión, y no sabía cuánto más duraría, hasta que vio como Oikawa salía furioso por la puerta, gritando un ‘como quieras, idiota’ y dejando la sala con un aire pesado.

Suspiró mientras se tocaba la frente con cansancio, por todos los cielos, ¿cómo había terminado él con alguien cómo Oikawa? Pero eso era una pregunta retórica, porque claro que él lo sabía muy bien.

—Deberías salir conmigo —comentó un día Oikawa mientras se apoyaba en las casillas de los vestuarios.

Iwaizumi lo miró por un segundo, para luego voltearse y seguir en lo suyo. Eran amigos desde siempre, Oikawa era un narcisista, egocéntrico, caprichoso y él no podía estar ni media tarde sin tener en su mente, al menos una vez, el pensamiento de querer tirarlo por la ventana, o por un barranco (lo que surgiese primero). Ahora mucho menos ser pareja, no señor, eso jamás.

—Deberías morirte, no sé, es mejor opción para ambos —comentó mientras terminaba de atarse las agujetas para ir a entrenar. Ya todos estaban preparando la cancha y solo faltaban ellos dos. 

— ¡Eres muy cruel, Iwa-chan! —se quejó Tooru mientras se sentaba en una de las banquetas y cruzaba los brazos —. Pero es cierto, ¿qué sería mejor para alguien como tú, tan gruñón, cruel, despiadado y feo, que yo, que ya te conozco y te soporto? Me sacrifico por ti, Iwa-chan. No quiero que te quedes solo por siempre y luego me veas a mí feliz con alguien… ¡No me pegues en la cara! —se interrumpió abruptamente cubriéndose el rostro al ver venir el puño de su amigo. 

—Es que eres un imbécil, ¿por qué saldría contigo? —preguntó, calmándose de nuevo y caminando hacía la cancha. 

— ¿Por qué? Mmm —Oikawa salió junto a él, mientras se ponía una mano en el mentón, como tratando de encontrar la razón —. Porque soy el único que te soportaría, ya te lo dije, y eres el único que me soportaría… o eso creo. La cuestión, Iwa-chan es, ¿por qué no? 


Iwaizumi se levantó del sofá apagando con el mando el televisor y suspirando, recordaba muy bien aquella charla con su amigo y como después de ella –aunque se juró mil veces que nunca saldría con Oikawa–, terminó, inevitablemente, saliendo con él. Y no solo eso, ahora ya llevaban 4 años de novios, vivían juntos y seguía con el pensamiento constante de no tener una ventana cerca cuando estaba con Tooru.

Se dirigió a su cuarto para sacar algunas cosas del armario y meterse en la ducha, era mejor despejarse, era mejor no pensar en lo odioso y diferente que era de Oikawa, pero no era posible, miles de recuerdos venían a él.

— ¡Te odio! ¿Cómo no puedes creer? —refunfuñó indignado Oikawa mientras se cruzaba de brazos y fingía ver la película que pasaban esa noche de verano por la televisión. 

— ¿Por qué tengo que creer en algo superior a mí, que nunca he visto y que solo es un cuento barato para que la gente tenga miedo? —Comentó sin mucha importancia, ya habían tenido esa conversación unas mil veces –sin exagerar – y él solo quería terminarse de ver la maldita película. 

— ¡Pero Iwa-chan, los extraterrestres son geniales! Y hay tantas cosas de ellos: libros, películas, testigos, programas. ¿Si no son reales por qué invertir tantos dólares en ellos? Es ilógico, sí existen —terminó, haciendo un pequeño puchero y cogiendo un puñado de palomitas, ahora sí, dispuesto a ver el programa. 

—Lo ilógico aquí es lleves 18 años creyendo en lo mismo; no eres para nada maduro ¿verdad? —se burló, también comiendo de las palomitas y concentrándose en la tv. 


Hajime salió del baño secándose el pelo con una toalla de pequeños aliens que obviamente le había regalado Oikawa… cuatro años después. Pero así era Tooru, cuando amaba algo no era nada fácil que lo dejara así no más.

Se terminó de vestir dando los últimos toques a su ropa casual frente al espejo y pasándose los dedos por el pelo, no es como que se peinase nunca, a él le gustaba así y a Tooru también. Hajime debía admitir que a veces hacía cosas naturales con más entusiasmo solo porque sabía que a Oikawa le gustaba de ese modo; como su pelo despeinado, sus camisas anchas, su cara afeitada, sus habituales insultos –aunque eso era un poco masoquista –, pero era algo natural entre ellos, e Iwaizumi lo hacía cada día con gusto, porque trastocaban algo más.

Salió del cuarto tomando su billetera, ya sabía que tendría que comer luego algo por ahí, porque en eso también eran muy diferentes.

—Eres un asesino —atacó Oikawa muy indignado.

—Sé alimentarme, que es diferente. Tú comes cosas muy insípidas, ¿acaso eres una vaca? —contraatacó Iwaizumi comiendo de su hamburguesa con toda la malicia.

— ¡Oh Dios! Sabes que ese animal no me gusta, me trae malos recuerdos —comentó abrazándose a sí mismo y fingiendo un escalofrío —Pero esa no es razón para matarlas y comerlas. Asesino. No sé por qué me gusta un asesino. Dios. —Terminó con una exclamación mientras se metía su ensalada en la boca y miraba hacia otro lado, sonrojado, porque sin querer había admitido algo en voz alta. 


Y así era la relación de Oikawa con Iwaizumi, el agua y el aceite. A veces Hajime se preguntaba por qué, por qué escoger a alguien como Tooru.

Salió de la casa, cerrando la puerta con llave, pero cuando estaba a punto de girar para dirigirse al ascensor se encontró con un Oikawa sentado en el frío piso del pasillo, con la cara entre las rodillas y el rostro somnoliento de tanto esperar.


—Te tardaste en salir, idiota —comentó dando un pequeño bostezo.

—No pensaba ir a buscarte —repuso Hajime con las mejillas un poco rojas y con el corazón un poco a punto de explotar.

—Aja. Ya me dio sueño, llévame dentro —ordenó como un niño mimado mientras extendía las manos hacía Iwaizumi y este lo tomó en brazos, porque Oikawa pocas veces era infantil de ese modo. Y porque ambos se conocían.

Porque Hajime iba a buscarlo. Y porque Tooru había cancelado la cita solo por estar junto a él.

Así eran ellos. Tan distintos, tan opuestos, que se complementaban. Eran las piezas del puzle que encajaban perfectamente y que, si alguna de ellas ya no estaba, la otra estaría sola para siempre. Y esa era la razón por la que se habían escogido el uno al otro.

—No te soporto —comentó Iwaizumi mientras lo dejaba sobre el sofá.

—Pero te quiero —respondió Tooru, con una sonrisa ladina mientras lo tomaba por el cuello para besarlo.

—Inevitablemente —contestó Hajime al separarse un poco, para luego retomar el beso. 

lunes, 18 de enero de 2016

Deseo 2. Drabble.

Advertencias:

Este escrito participó en la actividad 12 deseos de FFL.

Ds: Los personajes de HQ!! no me pertenecen, todos los derechos reservados para Furudate-sensei. El escrito es totalmente mío y por ahora solo se encuentra publicado aquí y en FFL.

Nota: Este tipo de escritos carecen de una trama concreta. Son solo situaciones sueltas.
También estuvo inspirado en un gif que vi, derechos a su autor y de nuevo a Furudate-sensei.

Deseo N°2 -Reparar los errores.



El deseo de reparar los errores.

Miró aquel aparato de limpieza con bastante lástima. Los recuerdos de la pelea vinieron a su mente; el hecho de que ambos se gritaran cosas tan horribles y que finalmente la trapera rota fuese el símbolo mismo de su situación.

Ahora ellos se encontraban bien, pero el daño estaba hecho físico; tal vez era solo algo supersticioso y sensible de su parte, ¿pero qué se puede hacer? Así era él.

Se agachó un poco para mirar cómo podía reparar el objeto hasta que escuchó a alguien detrás.

— ¡Asahi-san! —el grito Noya no fue precisamente lo que le sorprendió, ya estaba acostumbrado a su forma extravagante y energética; lo que llamó su atención fue el hecho de que llevase consigo materiales bastante curiosos.

—Nishinoya, ¿para qué el metal y los tornillos? —preguntó más tranquilo cuando tuvo al más pequeño en cuclillas junto a él.

El chico del mechón teñido le sonrío con ganas mientras en sus manos tomaba la trapera rota y le acomodaba un pedazo de metal para unir las dos partes.

—Asahi-san, por favor pásame uno de los tornillos —pidió sin mirarlo realmente mientras el más alto le obedecía.

Y así estando los dos juntos, repararon aquel símbolo que habían roto juntos.

Fue un error lo que había sucedido, pero estaba hecho al fin de cuentas; todo lo que quedaba era reparar el error y seguir juntos, como hasta ahora.

sábado, 16 de enero de 2016

Deseo 1. Drabble.

Hola :D hice una actividad en un foro llamada "Doce deseos" el caso es hacer un drabble con cada deseo que pediste en Diciembre y escribirlo ya cumplido :'D Y eso, todos los hice de HQ.


Advertencias:

Este escrito participa en la Actividad 12 deseos~

Ds: Los personajes de HQ!! no me pertenecen, todos los derechos reservados para Furudate-sensei. El escrito es totalmente mío y por ahora solo se encuentra publicado aquí y en FFL.

Nota: Este tipo de escritos carecen de una trama concreta. Son solo situaciones sueltas. 

Deseo N°1 -Sentirse parte de algo.


Sentirse parte de algo.


El balón golpeó tu mano con fuerza, tal vez un poco más de la que debería. El silbato sonó sordo al lado de la malla y el balón fuera marcó punto para el equipo rival.

—No te preocupes, Hinata. Ya lo conseguirás —la voz de Tanaka-senpai sonó animada mientras sonreía con ganas.

—Así es, recuerda que no estás peleando solo, Hinata —También animó el capitán mientras te palmeaba el hombro.

—La próxima la cubriré si fallas —Se les unió Noya mientras te hacía un signo de la victoria.

Entonces sonreíste tú también, porque te diste cuenta de algo muy importante: Ya no peleabas solo. Tenías compañeros y eras parte de ello, podrías apoyarte en otros y vencer juntos. Gracias a ellos podías ver la cima, gracias a ellos podías ver más allá del gran muro.

Eran un equipo.

miércoles, 6 de enero de 2016

Patéticamente solo. [Yamaguchi Tadashi]

Hola~ vengo por aquí después de mucho tiempo. 
Estaba viendo tele y esto se me vino a la cabeza como si se tratara de una película. Así que lo escribí rápidamente en el cel. Perdón si hay alguna falla pero suele ser muy difícil escribir ahí.

Sexto tema: Desgracia.

Fandom: Haikyuu.

Pareja: Ninguna./ Personaje: Yamaguchi Tadashi.

Nota: Este fic carece de trama. Es solo una escena suelta de algo. 

Ds: Haikyuu le pertenece a Furudate-sensei. Todos los respectivos créditos a él.



Patéticamente solo.

La basura ese día no tenía nada que ofrecerle, como hacía ya mucho tiempo para Yamaguchi Tadashi.
El frío invierno era más potente que otros años, calaba cada vez más sus huesos y los recuerdos vividos cruzaban su mente una vez más.

Fantasmas.

Fantasmas en las miradas de la gente que pasaban de prisa por las calles, en su piel al ser tocada por la brisa, en la lluvia helada que caía duramente sobre él.
El frío, el hambre, la soledad y el peso rígido de su propia alma. Cargaba con la pena de vivir un día más.

Se sentó cansado en la esquina de un callejón húmedo y oscuro, su rostro era una combinación extraña entre el pálido fantasma y el rojo dolor.
Tadashi se acurrucó sobre sí mismo, tomó entre sus manos –solo resguardadas por unos guantes deshilachados y viejos – sus temblorosas rodillas, tratando de conservar en él un poco más el calor corporal que se le escapaba entre suspiros.
Metió su cabeza entre el agujero de sus piernas y empezó a sollozar.
Lloraba de pena, de rabia, de dolor y miseria. Lloraba por él, por ser tan patético, débil y un cobarde desperdicio de la vida.

Pero Yamaguchi Tadashi solo tenía quince años de edad.
Pero Yamaguchi Tadashi estaba muriendo en la esquina al lado del basurero.
¿Cómo pasó aquello? ¿Cómo pudo sufrir tanto dolor?

—Eres una basura, ¿te atreves a huir de mí? —Gritó el hombre alcoholizado mientras tiraba su enorme mano directo al rostro pequeño de un Tadashi de solo siete años.

—P-Por favor... Papi... —pidió el pequeño niño entre lágrimas.

— ¡¿Qué es eso?! ¿¡Crees que un hijo mío lloraría de una forma tan humillante!? ¡Eres solo una escoria patética! ¿Cómo te comparas con un hijo mío? —el veneno de la boca de aquel hombre no se compararía nunca con el dolor y la humillación, que a su corta edad el pequeño Yamaguchi sentía cada vez que su 'padre' se bajaba los pantalones.

Que lo "castigaban".

—Patético —la voz en su cabeza se hizo tan vivida que por acto reflejo Tadashi sacó asustado su pecoso rostro de donde se escondía.

Vio pasar a un chico alto, rubio, ojos miel ocultos tras unos lentes. No era más mayor que él.
El rubio lo miró, y en tono seco le volvió a susurrar: 'patético'.

Y Yamaguchi sonrió. Porque aquel chico genial lo había llamado por lo que él era en realidad.
Porque patéticamente su padre abusaba de él, porque fue más patético huir de casa a los once y para rematar su miserable vida: hacía semanas que no comía o bebía algo (tal vez exageraba) pero entre el frío y la desesperación así de largo lo sintió el pobre chico.
Las lágrimas cayeron de nuevo, se tiró al piso mirando hacia el cielo, las estrellas se veían borrosas por el vapor frío que salía de su boca, o tal vez ni se veía y él solo estaba alucinando, imaginando que al estirar su mano podría tocar su luz y escapar.
Yamaguchi Tadashi murió a los quince años de edad, por hipotermia y deshidratación extrema. Al lado de un basurero, mirando el cielo mientras lloraba.

Porque había sufrido más de lo que había vivido. Porque no merecía lo que le pasó.
Porque inevitablemente, para ojos ajenos; murió de igual manera que como vivió: Patéticamente.


Y tal vez sí, a ojos de terceros era patético el no luchar, no denunciar, pero ellos nunca sabrían que se sentía… en medio del frío… Morir completamente solo. 

martes, 15 de diciembre de 2015

La locura de amarte. [BokuAka]

¡Hola, hola! Bueno, este fic es especial ya que es para una personita que quiero mucho: ¡Para la Camishu! Que estaba cumpliendo años ayer y no pude hacerlo para el día de su cumple ;-; Perdóname Cami, pero espero que esto te guste mucho~ ¡Feliz cumpleaños Cami bella! Esta vez no maté a nadie solo por ti ♥

Y aparte, también se diría que es para la Dani porque esta es una de sus parejitas preferidas~ Con todo mi amor para ella~

Quinto tema: Locura. 

Fandom: Haikyuu.

Parejas: BokuAka~
Tipo: One-shot.

Advertencias: Puede dar diabetes, tal vez algo de OCC.
Ds: Los personajes de Haikyuu no me pertenecen ni tampoco las imágenes de la portada. La historia sí es totalmente mía.
Aclaraciones: Bueno, ya lo dije la historia es para el cumple de la Cami~ La historia que da para ser 
long-fic pero a mí me gustan así, como mini-historias que solo cuentan lo que quieren, solo ese fragmento y ya, no sé si me explico, pero bueno. La imagen no tienen nada que ver con la historia, son solo para ilustrar la pareja.





Es fácil caer en la locura, lo difícil es salir de ella.

La primera vez que me di cuenta de que estaba cayendo en la locura fue cuando te vi por primera vez, ¿recuerdas aquella mañana fría de Noviembre?

— ¡Achís~! —el estornudo salió del pequeño niño que se encontraba acurrucado en un rincón del parque, el frío cada vez calaba más hondo y no se sorprendería si de un momento a otro empezaba a nevar. Dios, todo era culpa suya, su mamá le había advertido que no divagara por ahí o se perdería ¿por qué era tan curioso? ¿Por qué no hizo caso? ¡Oh por Dios, iba a morir ahí congelado!

—Oye, ¿estás bien? —una pacífica voz le sacó de su hilo exagerado de pensamientos; alzó un poco la vista para encontrarse con un pequeño tal vez un poco menor que él, tenía la mitad del rostro cubierto por una amplia bufanda con pequeñas decoraciones de búhos y un gorro de invierno que también tapaba la parte superior de su cabeza y rostro.

—Y-yo… me perdí… no tengo ni idea de dónde estoy —respondió el pequeño mientras se acurrucaba más en sí mismo, el frío era exageradamente poderoso en aquella mañana.

—Ya veo, te vas a resfriar —el chico bajó hasta quedar frente a él —. Toma, ¿te sabes algún número? —empezó a hablar sereno, al parecer era algo de su personalidad, mientras se quitaba su propio gorro dejando sus cabellos negros algo desordenados y se lo ponía al pequeño de cabellos blancos y negros.

— ¿Oh? ¡Oh! ¡Sí, sí sé un número! Gracias —habló el más grande mientras tomaba la mano que le extendía aquel desconocido. Dejando todo el miedo que sentía y apretando la pequeña manita bajo la suya, tan cálida y firme mientras iban en busca de un lugar donde llamar.

Aquella tarde me salvaste Akaashi, fuiste el que me dio calor y pensé que era una locura ¿cómo podías extender tu mano a un desconocido?, pero al final de cuentas el loco fui yo, ¿no? Por no querer apartarme nunca de aquel agradable calor que trasmites.

—Bokuto-san, ¿qué sucede? —el chico ahora de unos doce años se acercó a su amigo, por razones de la vida aún seguían viéndose después de aquel incidente y ahora eran algo así como cercanos.

— ¡Akaashi! Menos mal que llegaste, es algo muy importante —la voz salió desde el otro extremo de la habitación. Eran las dos de la mañana y Bokuto había llamado a Akaashi por una emergencia de vida o muerte, y ahora el pobre chico estaba ahí, cansado no solo por no poder dormir sino también por haber caminado centenares de calles para poder llegar y estar buscando como por quince minutos la llave de repuesto que la familia de Bokuto siempre ocultaba —. ¡H-Hay una araña maligna en la pared, Akaashi! Le he tirado de todo, pero quiere matarme, ¡quiere matarme! —gritó mientras se acurrucaba más en la esquina de la habitación.

—Por favor Bokuto-san, deje de gritar, no son horas —reprendió mientras con su típica cara apacible se dirigió a la pared para poder ver al susodicho asesino que tanto había asustado a su amigo. Tomó entre sus manos a la diminuta araña no más grande que un pequeño círculo y la arrojó fuera por la ventana —. Listo, ahora por favor duerma.

Aquella semana te resfriaste por mi culpa y tus padres te castigaron por un mes por haber salido sin permiso a mitad de la madrugada.

Eres el único capaz de cometer aquella locura de salir a altas horas solo para atrapar una araña, pero creo que más loco estuve yo al desear que siempre fueras mi héroe a mitad de la noche, cuando no tenía a nadie.

—Soy un estúpido, Akaashi… Nunca seré nadie en la vida, ¿qué clase de persona no es capaz de responder algo tan simple? —cuestionó el joven de ahora diecisiete años mientras miraba con rencor el libro de matemáticas.

—No te preocupes Bokuto-san, que apeste para las matemáticas no quiere decir que apeste para todo —respondió el chico que lo miraba igual que siempre, con su rostro tranquilo y se podría decir que hasta inexpresivo –aunque eso solo lo podría decir alguien que no lo conociera nada bien–.

— ¡Que malo eres Akaashi! Deberías decir que no apesto tanto como creo.

—Pero sí apestas mucho, Bokuto-san. ¿Cómo pasaste primaria?

— ¡Akaashi! — protestó el mayor mientras se tiraba rendido sobre sus libros, era un desastre. El más pequeño suspiró, dejó sus propios libros que estaba estudiando para el examen del día próximo y empujó un poco al gran búho deprimido que tenía enfrente de él.

—Vamos Bokuto-san, yo le ayudaré a estudiar. Así que saque todo ese entusiasmo y gane esto.

—Akaashi… —chilló un poco el joven mientras lo miraba con ilusión.
En esa ocasión nos quedamos bastante tarde estudiando matemáticas, y pasé mi examen gracias a ti. Pero supe que reprobaste tu examen de química avanzada por mí. Eres el único loco que pone en riesgo su futuro por ayudar a un amigo, pero creo que estaba más loco yo, porque en ese momento me di cuenta de que no quería seguir siendo solo tu amigo.

—Y no puedo creer que Konoha no le guste el helado de chocolate, ¿a quién no le gusta el helado de chocolate? Y además… —hablaba Bokuto mientras se sentaba al lado de Akaashi, hablando de cualquier trivialidad mientras esperaban el tren. Ese día hacía demasiado calor, la gente iba y venida sulfurada, el lugar no podía estar más lleno de gente que ahora.

—Me gustas, Bokuto-san… No sé por qué, pero creo que me gustas más que un amigo —interrumpió el chico mientras Bokuto callaba en seco, casi ahogándose con su propia saliva al ver como el menor se sonrojaba un poco.

—Espera, ¿qué? —y vaya colapso mental el que traía, porque estuvo esperando eso por mucho tiempo y ahora que de verdad estaba pasando no supo dar una mejor respuesta.

—Oh, ya llegó el tren, vamos Bokuto-san —Akaashi se paró para dirigirse hacia el tren que había llegado, pero una mano fuerte lo sujetó.

—También me gustas —susurró Bokuto mientras bajaba la cabeza; y ahí estaban los dos, Akaashi dándole la espalda mientras él le sujetaba la mano con la mirada gacha; rodeados del calor y la algarabía de la gente. No podía ser menos romántico. Y aun así, solo por ser Akaashi, solo por ser él, a Bokuto no le pudo parecer más perfecto.

Ese día fue el mejor, ya son tres años Akaashi, y aún amo tu locura por besarme en medio de la gente sin importarte el qué dirán.
Pero sigo diciéndolo, creo que yo estoy más loco… porque creo que te puedo amar cada día un poquito más, que puedo dar todo por ti.
Pero aunque siempre diga que estoy más loco, tú siempre eres el que comienza la locura.
Esta vez es mi turno de empezarla.

—Akaashi Keiji, eres la mejor persona que he conocido, eres el único que puede soportarme, eres mi sustento… eres, definitivamente la persona que más amo —empecé a hablar mientras me levantaba de la mesa de aquel hermoso restaurante donde estábamos celebrando los tres años que llevábamos juntos. Empecé a sudar y temblar un poco mientras me arrodillaba en la típica pose de película —Te amo, y quiero compartir cada momento, cada suspiro, cada lágrima y alegría solo contigo. ¿Podrías aceptar a este chico tonto que no puede vivir sin ti? ¿Quieres… casarte conmigo? —sonreí mientras esperaba con la pequeña cajita azul en mis manos temblorosas.

—Oh por Dios, Bokuto… —vi como Akaashi se tapaba la boca con las manos mientras sus ojos viajaban de la cajita a mi mirada, como si esperase que todo fuera un sueño —. Claro que acepto Koutaro —respondió mientras me abrazaba y hacía esa hermosa sonrisa sincera que solo Keiji podía regalarme.

Es fácil caer en tu locura, Akaashi Keiji, pero yo elegí nunca salir de ella.

viernes, 4 de diciembre de 2015

La personalidad de Oikawa Tooru. [IwaOi]

¡Hola~! Llegué más rápido de lo que pensaba xD Pero bueno, eso es bueno, digo yo.

Cuarto tema: Amor.

Fandom: Haikyuu.

Pareja: IwaOi

Tipo: Drabble,

Advertencias: Ninguna :3 *por fin*

Ds: Los personajes de Haikyuu no me pertenecen ni tampoco las imágenes de la portada. La historia sí es totalmente mía.

Aclaraciones: Bueno, esta historia nació porque vi toda la revolución de Oikawa con lentes xD El caso es que se me vino a la mente lo de nerd y nunca había escrito ningún IwaOi~ pero amo mucho esa pareja y la mayoría termina en tragedia :c necesitaba escribir algo de azúcar para ellos~ Así que aquí está esta cosa. Es bastante corta porque es un drabble y es una mini-historia de las que ya he explicado, simplemente se escribe el momento, sin más. Bueno, eso es todo. No queda demás aclarar que las imágenes no tienen nada que ver con la historia, es solo para ilustrar la pareja :3 Créditos a su autor~





                               


La personalidad de Oikawa Tooru.

—Eres de lo peor, Kusokawa —la voz seria de Iwaizumi se hizo presente en el silencio de la noche. Ya era costumbre para ambos andar juntos hasta sus casas, al fin de cuentas vivían en el mismo vecindario.
—Es una mentira piadosa, Iwa-chan — Tooru miraba divertido mientras sacaba un poco la lengua en forma infantil —. O es que acaso, ¿querías que saliera con esa chica? —la sorna es su voz no se molestó en ser ocultada, mientras Oikawa pasaba uno de sus brazos por debajo del de Hajime y éste no se quejaba.
—Claro que no, estúpido Oikawa engreído, ¿pero era necesario decirle esa rídicula excusa de que eres un modelo y tienes toda la agenda llena? —seguía reprendiendolo, pero su tono de voz ya no era molesto, más bien estaba pensativo.
—Jum… Es que sí tengo pinta —terminó por alabarse a sí mismo mientras se pegaba más a Hajime y apoyaba su cabeza en su hombro; y aunque era difícil caminar así y corrían el riesgo de ser vistos por alguien, ninguno de los dos dijo nada ni se inmutó por separarse.

Oh, cielo. Tú conoces todos mis demonios. Por favor no me abandones.

—Iwa-chan, ayer conseguí un nuevo libro de astrofísica. Es tan interesante~ ¿crees que algún día podré ver un extraterrestre? Quisiera presentarnos, porque estarás conmigo, ¿verdad, Iwa-chan? —Oikawa hablaba animado, como si se tratara de un niño pequeño, mientras tomaba de la mano a Iwaizumi y seguía caminando calle abajo para llegar a su casa.
Iwaizumi Hajime conocía bien a Tooru Oikawa; eran mejores amigos desde que tenía memoria, pero lo que no lograba recordar era cuando su personalidad había sido cambiada de una manera tan desastrosa. Porque Oikawa frente al mundo era engreído, molesto, infantil –de una manera no muy buena – y sacaba totalmente de sus casillas a Iwaizumi.
Sin embargo, Hajime sabía que en el fondo Oikawa seguía siendo el mismo niño nerd que amaba los extraterrestres y el espacio exterior. Porque aún hoy en día, Tooru se sentía cómodo usando sus grandes gafas frente a Iwaizumi sin importar que su imagen perfectamente cool se dañara. También podía ver el mismo niño de hace años que le tenía asco a los insectos; y así, en la privacidad de la noche, Iwaizumi tenía fe en Oikawa, porque tenerlo así junto a él, tomados de la mano, siendo tan pacífico, soñador y no hablando solo de sí mismo, le hacía recordar a Hajime por qué se había enamorado de él. 

sábado, 21 de noviembre de 2015

Tu recuerdo es mi única felicidad [TsukkiYama]

¡Hola, hola!~ bueno, me tardé bastante para traer el segundo tema ;-; a este paso nunca terminaré, pero bueh.

Segundo tema: Morir.

Fandom: Haikyuu.
Parejas: TsukkiYama.
Tipo: One-shot.
Advertencias: Muerte de un personaje.
Ds: Los personajes de Haikyuu no me pertenecen ni tampoco las imágenes de la portada. La historia sí es totalmente mía.
Aclaraciones: Bueno, esta historia nació cuando me estaba duchando, así que fue un poco fuma, pero bueno... sigo teniendo el mismo problema de una historia que da para ser long-fic pero a mí me gustan así, como mini-historias que solo cuentan lo que quieren, solo ese fragmento y ya, no sé si me explico, pero bueno. Las imágenes no tienen nada que ver con la historia, son solo para ilustrar la pareja.




«Tu recuerdo es mi única felicidad».



—Un año, ¿eh? —Tsukishima Kei no había cambiado mucho desde hacía un año, aunque ahora tenía que lidiar con varios dolores. Ahora sin Daichi o Suga, Kageyama y Hinata solían ser más alborotadores, no es que Ennoshita hiciese mal su trabajo, para nada, pero igual no era lo mismo. Sin embargo hoy no era el día para pensar en ello; tenía algo importante que hacer.

—Me retiro —informó el chico de gafas mientras cogía sus cosas.

— ¡¿Eh?! No seas vago Tsukishima, ¿por qué te vas a medio entrenamiento? —Hinata paró de rematar mientras le hablaba, o mejor dicho le gritaba al más alto. No le parecía justo que no todos estuvieran entrenando por igual, más si quería enseñarles a los de primer grado el sentido de responsabilidad.

—Déjalo, Hinata. Puedes irte Tsukishima… buena suerte —el capitán del equipo habló serio mientras le ponía una mano en el hombro del chico de pelo naranja, como tratando de retenerlo.

—Pero Ennoshita-san… oh —susurró al recordar que fecha era, entonces simplemente prefirió callar mientras bajaba la mirada. El ambiente inevitablemente cambió en el lugar.



°°°

Tsukishima salió de la institución; ya cambiado y bien perfumado, tendría que ir bien presentado y también debía comprar algunas cosas antes de llegar a donde Tadashi siempre le esperaba.

—Me dijeron que te gustaba, Tadashi… —el rubio se fue alejando mientras hablaba con él mismo —Así que… tendré que decirte que también me gustas —sonrió bajando el rostro. Lo recordaba todo al pie de la letra; volteó en la esquina y se detuvo en una pequeña floristería, una ilusión borrosa cruzó su mente.

— ¡Hey, Tsukki, mira que hermoso! —Tadashi gritó llamando la atención de Kei. Iban camino a la casa del rubio aunque era la primera vez que pasaban por ese lugar.

— ¿Qué pasa, Yamaguchi? Haces mucho escandalo —le riñó, sin embargo se quedó mirando aquello que hacía tan feliz al pecoso.

—Mira estas flores —le respondió sonriendo, la verdad es que a él siempre le habían gustado mucho, por eso sabía algunas cosas sobre ellas —Estas son flores lavanda. ¿Sabes qué significa? Puede ser la desconfianza, o el primer amor. Se dice que si se las regalas a alguien su significado sería «Tu recuerdo es mi única felicidad» —terminó de explicar bastante emocionado, mientras sonreía mirando las hermosas flores. Tsukishima sintió un pequeño vuelco en el corazón.

— ¿En qué puedo ayudarle? —la voz de la mujer al otro lado de la vitrina sonó dulce.

—Oh, sí. Quiero un ramo de flores lavanda, por favor —pidió cordialmente, mientras volteaba la mirada hacia otro lugar, la verdad le daba un poco de vergüenza; aunque claro, él el gran Tsukishima Kei no tendría por qué sentir vergüenza, ¿verdad?

Salió de la tiendecilla con un ramo de hermosas flores mientras se dirigía al siguiente lugar, tendría que apresurarse o llegaría tarde.



—Mira este libro, Tsukki —el pequeño pecoso se detuvo de repente en la vitrina de una tienda, mirando con devoción un libro nuevo que había salido —Dicen que es genial, pero lástima… es demasiado caro —sonrió algo triste mientras miraba todos los grandes precios a los que lógicamente no se podría acoplar ni aunque ahorrara por mucho tiempo.

—Ya veo, ¿y de qué va? —preguntó Tsukishima, más por distraer a el chico que porque en realidad le interesase.

—Ah… pues verás, dicen que trata del primer amor y también es de auto superación… no sé, me pareció interesante —terminó por decir en tono bajo mientras se rascaba distraídamente una de sus mejillas, la verdad es que le daba algo de pena hablar de algo tan cursi con el chico más alto.



—Un gusto —la chica que lo había atendido sonrió coqueta mientras se despedía. En realidad era bastante bonita, pero Tsukishima solo tenía a alguien en la cabeza, entonces apretó más duro aquel libro recién empacado para él.

Salió del centro comercial, su último destino era algo largo y lejos… era especialmente ese el que necesitaba.

—Hey, Yamaguchi… ¿por qué vinimos tan lejos para entrar a un simple Burger?... había uno más cerca —comentó Tsukishima ya cansado de caminar tanto, había aceptado acompañar a almorzar a Tadashi y habían tenido que ir muy lejos.

—Oh, no es eso. Es que aquí venden las mejores papas fritas. Perdón por eso Tsukki —respondió como si nada mientras sonreía despreocupado, aun así disculpándose con su amigo.

Tsukishima Kei pudo jurar que nunca había visto una sonrisa tan radiante en Tadashi.



— ¿De verdad esto sabe tan bien? —se preguntó Kei a sí mismo mientras alzaba en bolsa con papas para llevar, en realidad a él nunca le habían gustado mucho, por eso sus porciones siempre se las daba a Tadashi —Bien, eso es todo —siguió hablando solo, como si chuleara una lista mental. Entonces se encaminó hasta donde se encontraría con Yamaguchi.



Suspiró al llegar al lugar, la verdad es que había pocas personas aunque apenas eran las cinco de la tarde. Un viento helado le recorrió todo el cuerpo y empezó a sudar frío.

Se acercó mientras apretaba duro la bolsa con los presentes que había comprado, la garganta se le secó y las extremidades se le pusieron rígidas. Entonces tomó aire y lo dijo.

—Me gustas —no saludó, no miró hacia ningún lugar; simplemente lo dijo. Cerró los ojos con fuerza sintiendo una punzada en ellos —. Me gustas Yamaguchi... me gustas, me gustas... ¿por qué no me esperaste? —susurró lo último dejándose caer en sus rodillas, dolía.



— ¿Enserio no te habías dado cuenta de que le gustas a Tadashi? —Akiteru abrió mucho los ojos mientras miraba como su pequeño hermano se sonrojaba —. Será tonto, Kei. ¡Tienes que decirle que él también te gusta! —sentenció apuntándolo con el índice.

— ¡¿Eh?! ¡No puedo hacer eso!... No sé cómo hacer eso —contestó primero gritando y luego bajando la voz, dándose cuenta de que su rostro estaba muy rojo. Maldito Akiteru y esa facilidad que tenía para hacerlo sentir de forma tan vergonzosa.

—Oh… así que es eso. Pues primero debes decirle que se encuentren en un lugar, luego puedes… no sé, ¿por qué no le compras sus cosas favoritas? Eso sería un lindo detalle.

—Sus cosas favoritas… ¡eso es! —entonces simplemente se fue corriendo a llamar a Tadashi, dejando a su hermano hablando solo, aunque al mayor no le importó y más bien se quedó ahí con una sonrisa. Quedaron al día siguiente, en un lindo parque al que siempre iban desde que eran niños.

A la mañana siguiente Kei se despertó muy temprano, tenía que hacer algunas compras, aunque aún tenía tiempo. Tadashi le había comentado que iba a ir temprano donde su abuela y que podría verse con él por la tarde, por eso habían quedado de encontrarse a eso de las cinco. Aun así Tsukishima no podía con la ansiedad y el nerviosismo, quería comprar todo lo antes posible.

Compró las flores, el libro y las papas fritas favoritas de su amigo, bueno, esperaba que después de hoy fuera algo más que su amigo. La verdad es que se había tardado mucho y aun así Yamaguchi esperó paciente a que él se diera cuenta de sus sentimientos, era hora de corresponder.

Llegó al lugar acordado con quince minutos adelantado, pero no le importaría esperar, esta vez le tocaría a él hacerlo.

Media hora. Una hora. Hora y media. Dos… Yamaguchi no llegaba.

Tomó su teléfono mientras marcaba al número que ya se sabía de memoria.

—Kei-chan… —la voz del otro lado estaba cortada, definitivamente no era la de su amigo, pero sí la conocía bien. Era su madre.

—Oh, señora Yamaguchi. ¿Cómo está? Lo que sucede es que Tadashi y yo quedamos y… —no terminó de hablar cuando la mujer al otro lado de la línea rompió en llanto. Y entonces eso de verdad lo asustó.

—Kei-chan… ¿por qué mi pequeño?... ¿por qué él?... —la mujer lloró de nuevo, desolada —Había un camión, Kei-chan, perdió los frenos y… y mi pequeño… oh mi pequeño ángel… no pudo evitar el impacto, tampoco su pequeño cuerpo lo pudo resistir… —Entonces no estuvo seguro de escuchar el resto.



—Mira Tadashi, te traje tus cosas favoritas… las misma de esa vez… —sonrió mirando la lápida y pasando una mano por esta para limpiarla un poco de las hojas y la suciedad. Las lágrimas ya corrían por sus mejillas una vez más —. ¿Recuerdas? Te traje algunas papas, de ese lugar tan raro que siempre amabas.

Un sollozo más grande no lo dejó continuar… dolía, el tiempo pasaba pero el dolor seguía presente como el primer día.

—Oye Tadashi, ¿por qué me abandonaste de ese modo tan cruel? ¿No recuerdas esa promesa? —habló de nuevo, añorando que alguien le respondiera.

—Tsukki… oye, a mí no me importa lo de tu hermano. Sigues siendo genial —el pequeño Tadashi sonrío radiante, tratando de trasmitirle algo de alegría a su amigo que se veía tan desilusionado y roto.

—Oye, Tadashi —fue la primera vez que Yamaguchi fue llamado así por Tsukishima, y también la primera vez que le vio derramar algunas lágrimas —Prométeme que nunca me mentirás, ¿sí? —le pidió mientras le tomaba por los hombros y el pequeño pecoso se sonrojaba violentamente.

—L-lo prometo, Tsukki —le respondió el chico, tomando algo de valor y arropando al más alto en sus brazos.

—Y… tampoco me abandonarás, ¿cierto? Aunque mi hermano no sea la estrella, ¿seguirás aquí? —preguntó aceptando el abrazo, la verdad es que era la primera vez que se permitía lucir así de débil. Patético.

—Siempre estaré aquí, Tsukki.



—Tal vez te estés vengando por hacerte esperar, ¿no? —sonrió entre lágrimas… Tadashi nunca haría eso —. Al parecer ahora me toca esperar a mí, pero ¿por qué siento que me tocó la parte más difícil?...

«Oh, cierto, también traje tu libro… lo he leído ya unas cuantas veces. De verdad te hubiera gustado mucho, es tal cual para ti» —ahora dejó el libro de pasta dura sobre la lápida fría, mientras lo apretaba y lo mojaba con unas lágrimas saladas que caían sin poder evitarlo, sin intentarlo en realidad.

—Yamaguchi… me gustas. Me gustas tanto, pero ahora este amor está doliendo, duele como si estuviera a punto de sangrar, cada día es peor, se siente más frío, más triste; hay una gran soledad en mí. ¿Cómo puedo hacer para que deje de doler? He pensado tantas cosas, pero no creo poder hacer ninguna de ellas. Así que por ahora, creo que cargaré con todo este dolor —susurró de nuevo pasando la mano por el mármol, justo en la parte donde estaba tallado el nombre, como si así pudiese acariciar al mismo Yamaguchi. Colocó las flores, acomodándolas lindamente y volvió a sonreír mientras lloraba, una briza suave le acarició el rostro, como pidiéndole que dejase de llorar —Ahora… Tu recuerdo es mi única felicidad.